Porqué me hice Hatún

No fui el primero, y con certeza tampoco seré el ultimo, al igual que es más que probable que no os interese el porqué, pero soy un Hatún.

Todo comenzó una mañana de domingo, la noche anterior había bajado la basura, ¡ si, toda la basura !, la de restos orgánicos, la de papel y cartón, la de latas y la de vidrio.

Ese domingo me levanté a la hora habitual más o menos, aunque se trasnoche, si no se ha bebido en demasía, el cuerpo habituado al horario de un día laborable se resiste a permanecer en la cama, y eran poco mas de las 8 de la mañana cuando me levanté, y tras hacer las rutinas propias de un recién levantado, me coloque el chándal y salí a la calle, no con la intención de correr o trotar, sino de caminar con ropa cómoda.


Eran aproximadamente las diez, cuando ya de vuelta en casa, y para reponer a mi cuerpo serrano o casi ( un bisabuelo mío por parte materna se apellidaba serrano), decidí prepararme un bocata de Atún.

Tomé un barra de pan, y la corte por la mitad, para abrir una de las mitades después. Pensé, que un tomate restregado haría más jugoso el bocata, y así lo hice.
A continuación tocó la apertura de la lata de Atún ( de 80 gramos ), cuyo contenido integro repartí en el bocata. ¡ Ummm , que bien me sentará una cerveza fría!, pensé y cogí de la nevera un botellín de un tercio.

El bocata me supo a gloria ( con permiso de la curia, in excelsis deo), pero no todo en la vida tiene un final feliz.

Ahora tocaba recoger los desperdicios de la delatasen culinaria que me acaba de zampar, y maldita sea....

La piel del tomate restregado, al cubo de restos orgánicos. La caja que envuelve la lata de atún, al cubo de papel y cartón. La lata de atún, al cubo de latas y envases. Y para colmo de mi desdicha, ese envase de vidrio de la cerveza, al cubo de cristal y vidrios. Los cuatro cubos de basura otra vez en danza.

Desde ese domingo, odio los bocadillos de Atún, pero habiendo vocadiyos de hatún, sé que no los echaré en falta.