jueves, 25 de agosto de 2011

BENEDICTO XVI EN MADRID

Resumen en minuto treinta de la visita de Benedicto equis uve palito en Madrid con motivo de las Jornada Mundiales de la Juventud Catódica... perdón, Católica

miércoles, 24 de agosto de 2011

Las madrastras no son tan malas (V)

La niña estaba viva, o eso decía el espejo, pero y entonces ¿de dónde había salido el corazón que ella misma había tenido en sus manos?... Daba igual, tenía que salir a buscarla antes de que anocheciera, o la encontrara alguien, o algo... Y luego estaba su madre, tendría que dejarla un rato en casa sola y aquello era de lo más peligroso, pero no le quedaba otra, los de la residencia no llegarían hasta el día siguiente... ¡Ay! ¡Qué había hecho ella para merecer eso!... Si corría hacia la estación de tren ahora quizás aún llegase a tiempo, podía irse lejos, muy lejos y emprender una vida sin canciones de buena mañana, sin visitas de su madre, sin aguantar los continuos viajes de su marido... No, tenía que buscar a la niña, todavía no sabía si estaba herida o cómo de herida...

- Bueno mamá, pues yo te dejo puesta la radionovela y enseguida vuelvo, que tengo que ir a hacer unos recados
- ¿Pero qué recados vas a hacer tú a estas horas? Si ya enseguida se hace de noche... ¡Ay! ¡Que mi hija! ¡Mi única hija! ¡Que se ha dado a la mala vida!
- Shhh... que no mamá, que no, que sólo es un recado, ale, tú quédate tranquilita aquí que yo vuelvo ya
- Ah, bueno, pero entonces ponme Sálvame, que lo de la radionovela ya hace días que está anticuado, pero claro, como a ti te ha dado por vivir aquí, alejada de todo y de todos... que esto último lo entiendo, porque con las gentes que hay por aquí, todo cotillas y alcahuetas que en vez de mirar en sus propias casas tienen que preocuparse por las vidas de los demás... mejor les iría si viesen lo que les pasa de puertas para dentro, que hay cada una que... pero tú escúchame hija, escúchame que no todo el mundo es así, que yo allí en la residencia, aunque es peor que la cárcel, que ya no puedo ni quedarme en mi habitación tranquila, que se deben pensar que estoy conspirando o algo, que hombre, a veces es verdad, pero qué más les dará a ellos... bueno, pues que a pesar de eso yo allí he conocido a gente muy maja, que no son como los de aquí, que ellos...
Cerró de un portazo, no tenía tiempo de escuchar uno de los monólogos de su madre, le daba igual la residencia, los complots o los amigos que hubiese hecho allí. Encontraría a la niña, la llevaría a casa y la convencería de que aquello había sido una excursión y que se había perdido accidentalmente. Por la mañana, los de la residencia se llevarían a la desafortunada visita y todo volvería a estar como siempre.

Cuando volvió a casa ya era noche cerrada. No había conseguido encontrar ni el más mínimo rastro de la niña, tendría que volver a salir al día siguiente, pero... ¿y si mientras le pasaba algo? Cada vez veía más difícil la opción de hacerle creer que todo había sido un desafortunado error. En fin, de nada serviría pensar en eso ahora, mejor sería que se quitase los zapatos para no hacer ruido y subiese pronto a su habitación, no fuera a ser que se despertase su madre y aún tuviese que aguantar una bronca por "echarse a la mala vida"... Pero al apoyar el pie desnudo sobre el primer escalón lo notó, olfateó un instante... No podía ser... le había llegado el olor a manzana, pero también a algo más, algo que no debería haber pasado, el alambique había estado escondido en el sótano desde que su madre se fue, pero ella recordaba ese aroma a pociones de cuando era niña... fue directa a lo que un día fue el laboratorio y allí estaba el circuito, los frascos y botellas, los ingredientes... todo exactamente igual que antes de que ella lo desmontase, y lo que más la aterraba, con su madre al final de todo, sujetando una botella en la que caían las últimas gotas de un líquido amarillento...
- ¿Qué estás...?¿Cómo has...?
- ¡Hija! ¡¿Tú te crees que estas son horas de venir?! ¡Mira que lo he dicho, que en vez de hija tengo una perdida! ¿Y se puedes saber dónde vas descalza? ¡Con el frío que hace! Luego dirás que te constipas, natural, si es que mira que no te lo habré dicho veces...
- ¿Qué...qué haces... con el alambique?
- ¿El alambique? Mira que me ha costado montarlo... esa manía tuya de guardarlo todo, y más las cosas útiles como esto... Me han sobrado manzanas, y me puesto a hacer licor, ¿quieres probarlo? ha salido fuertecillo...
Se le escapó un suspiro de alivio, sólo era licor, inofensivo licor... bueno, inofensivo, inofensivo tampoco, pero eso no era lo importante ahora...
- ...¡Que te pongas unos calcetines te he dicho!... ¡Ay, siempre igual! Siempre tengo que andar preocupándome por ti, que por cierto, he estado hablando con el espejo, que el pobre como debe lealtad a la familia no puede negarse a contestar la verdad, y que sepas que me lo ha contado todo y ya he solucionado tus problemillas, con una manzana y un poco de la receta que me dio mi amiga Male, la niña está en medio del bosque durmiendo como un angelito...
¡NO! ¡Aquello si que no! Esto no podía pasarle a ella... ¿por qué?... sintió que los pensamientos se le agolpaban en la cabeza acompañados de un zumbido. ¿qué se supone que tenía que hacer ahora? ¿aguantar hasta que su marido volviera e intentar explicarlo? ¿salir y deshacer el conjuro de su madre, aun sabiendo que eso sería casi imposible? ¿huir a Kazajstán? necesitaba dormir, maldito espejo, pero sabía que la culpa no era suya, ¿y de quién? ella sólo quería mandar a la niña lejos, no dejarla catatatónica...
Le arrancó a su madre la botella ya llena de las manos, pegó un trago largo sin respirar y subió las escaleras todavía descalza.


Continuará...