miércoles, 24 de septiembre de 2008

El Guindilla IV

Caminaba erguida por entre las mesas de la oficina, sabiendo a conciencia que todas las miradas estaban fijas en ella, empezó a sentir ira, una ira que subía desde su estómago hasta el principio de su garganta.


ira contenida, contra José Luis y sus promesas, contra Laura y sus celos, contra aquella minúscula oficina que se permitía criticarla, y casi sin darse cuenta empezó a contonear el culo de una forma descaradamente provocativa.


Cuando oyo un silencio a su espalda, un absoluto silencio... cuando el pasillo entre las mesas hubo terminado, solo entonces Ana, deliberada, pausada, lentamente se volvió sobre si misma y sonriendo, en la mas amplia de las sonrisas, levanto el dedo índice en un gesto que no dejaba ningún resquicio.

Salió rápidamente de la oficina, furiosa con el mundo y consigo misma y siguió caminando un buen rato hasta que logro sentir que se calmaba.
Los vio venir de frente , era indudable que era Laura, y era indudable también que aquel que la acompañaba era algo mas que un mero conocido.
Se pararon una frente a la otra, sin decirse nada, como viéndose.. y entonces Laura abrazo a Ana al tiempo que la besaba en ambas mejillas.
Laura se volvió hacia su acompañante, intercambio varias frases rápidas que no apenas pudo oír y vio como el desconocido se alejaba sin despedirse.


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- Ana, necesito hablar contigo
- Laura, hoy precisamente no estoy para muchas charlas.
- Ana de verdad, solo hablamos.
- Quien era ese?
- Alberto, te hable en una ocasión de Alberto, tomamos un café y te lo cuento. Es el chico de la fiesta en la torre de Palamós, el verano pasado.


Laura cogió a Ana de la mano y esta se dejo llevar, la verdad es que le podía la curiosidad. La arrastro calle abajo, mientras le hacia preguntas que Ana no oía ni quería contestar sobre José Luis.

Entraron en el bar, y en pequeño espacio entre ambas puertas, la exterior y la de entrada, laura se volvió hacia Ana, cogió su cara entre sus manos y le dio un beso en la boca al tiempo que le decía: "odio echarte de menos y odio que el cretino de mi marido no sepa apreciar todo lo que vales".


Justo en ese preciso instante Andrés salió del interior del bar y dijo : hola Laura..... me presentas a tu amiga?


Pero no pudo decir ninguna otra frase. En ese instante, José Luis hizo aparición en el bar. Tenía una mirada desafiante, una extraña expresión que no presagiaba nada bueno como efectivamente así sería. Se desabrochó la gabardina, metió su mano derecha en el interior de la curiosa prenda (tengamos en cuenta que era pleno agosto) y sacó una pistola.

Todos enmudecieron a excepción de la máquina tragaperras que en ese momento estaba escupiendo el metálico premio. Antes de que nadie pudiese impedirlo, José Luis disparó certeramente, una bala por cadáver. Un trabajo limpio. Laura, Ana y Andrés se desplomaron como confeti tras la última campanada de fin de año. Luego apuntó a la maldita máquina tragaperras y a su ex-afortunado ganador, para finalmente colocar la pistola entre sus propios dientes... y disparó.

En ese momento entraba el hermano gemelo que viendo todo lo ocurrido se acercó al cuerpo inerte de su doble, completamente desfigurado. Fue entonces que, aprovechando el revuelo de la tragedia, tomó la documentación de su hermano muerto.


Por fin la vida le daba otra oportunidad... por fin podía se había hecho justicia....

2 comentarios:

Raúl García Gimeno dijo...

Y este cuento se acabó...pero el guindilla sigue vivo.
¿ habra una segunda parte ?

alma dijo...

Bueno, me niego en redondo a que el Bio Coronado pijo ponga a mi teniente quesito mirando pa´Triana, asi que el papel de poli está vacante, a la Torrent no la veo yo de sexiboom de oficina,ni de ninguna parte, a decir verdad, Teniente, en ese papel quedaría mejor Cuca Escribano.
Ay Neo, qué paso con la bonoloto del Guindilla, a ver si nos saca de pobres. Muchas Gracias