domingo, 20 de septiembre de 2009

INTOXICACIÓN

I
Hay una palabra en inglés que se ajusta a Cuentín Tarantino como anillo al dedo: "overrated". "Sobrevalorado". Quince años viviendo del cuento y sigue ordeñando la vaca, el tío. Ahora nos trae un engendro tal que Inglourious Basterds, en el que tenemos a Brad Pitt con bigote y a Christoph Waltz, que les da a todos sopas con onda. Claro que su papel era el caramelito de esta película que se supone bélica o de acción, pero que ya desde antes de sentarnos en la butaca deberíamos saber que pertenece al "género tarantiniana". Para definir este término, hay que pasar por la minipiner de Cuentín el spaghetti western, la serie Z, un puñado de psicópatas con la diarrea verbal de una petarda televisiva cualquiera; los plagios, que en caso del supuesto énfant térrible son "homenajes" y "dominio" del metalenguaje cinematográfico; y veinte kilos de chicle Boom Boom Boomer para estirar una escena hasta provocar sueño en fase REM. Que la realidad histórica le interese cero a su director me trae sin cuidado. Los violentos de Kelly, como tantísimas otras, también aprovechaba solamente el marco concreto de la WWII para contar un simple cuento. Pero la del director de Jackie Brown no sólo es larguísima de reloj. Es que además se hace muy pesada. Pero como la gente aplaudió e incluso vitoreó, una vez más el equivocado debo ser yo.
P.S.: Reservoir dogs y Pulp Fiction sí son obras maestras. Se ve que se las hizo su primo.
II
Ricardo Darín. A más de una le latirá el corazón más deprisa en estos momentos. Y lo comprendo. Porque éste es un tipo simpático, con un punto canalla, inteligente, feo pero atractivo y... claro, el muy pelotudo es argentino.
Darín se ha presentado en San Sebastián con dos films de sección oficial. Tan desiguales, que sólo vamos a hablar del que compite a llevarse el galardón: EL SECRETO DE SUS OJOS. Un thriller. No, una de amor. ¿Tal vez una parábola política? Apenas tengo punta que sacar a esta película. Me gusta Darín, pero más aún me gusta Soledad Villamil, con una belleza madura, serena, fabulosa... y ese acento, ché. Grrrrrrroaaaaaaaaaaaaaaaaaaaarrrrr. La historia que nos ha preparado Juan José Campanella funciona como una bomba de relojería, cocinada con interpretaciones de primera (¡y ese Guillermo Francella!), una puesta en escena de categoría y unos cambios de ritmo que ríete de Leo Messi. Cine adulto y con cerebro. Lo añoraba. De momento, mi clara favorita. Luego ganará el truñaco iraní, por supuesto, porque no dudo de que Laurent Cantent hará su trabajo.
III
Tres. Tres películas teutonas me he tragado hoy, una detrás de otra. He terminado empachado, ciertamente. Porque ha habido tres temáticas recurrentes: 1º. La imposición de la propia voluntad sobre la de los demás. 2º. La soledad del individuo que vive en comunidad, testimonio de inquietudes afiladas como garras retráctiles, que de tanto en cuanto salen a la luz en estallidos de violencia. 3º. La férrea voluntad de seguir adelante: una búsqueda de la esencia del ave fénix.
De las tres películas, como digo, la más lograda en todos los sentidos es Das weiße Band, de Michael Haneke. Un ambicioso fresco del alma alemana, no sólo del período prebélico de 1913. Habla de educación y obediencia, libertad y represión, sinceridad y doble moral, belleza y fealdad, virtud y vicio. La turbadoramente bella fotografía es perfecta para retratar precisamente los perturbadores acontecimientos que suceden en una pequeña comunidad del norte de la Alemania guillermina de primeros del XX, en la que las fiestas de guardar dividen la vida en el campo, con toda la parafernalia que ello conlleva. Perfecta también para captar un cierto apego por la naturaleza, la vida de los pequeños terratenientes... El preciosismo en la verosimilitud: la antítesis de Tarantino. No obstante, esta pieza no está libre de influencias (se huelen el Novecento de Bertolucci, los Santos Inocentes incluso, el pueblo de los malditos y, más que a ninguno otro, a Dreyer). Ambos films, el de Tarantino y el de Haneke, duran la friolera de 150 minutos. La diferencia entre uno y otro radica en que mientras el del americano pretende ser provocador, el del teutón lo consigue. La de Tarantino la puede ver cualquiera, si no se duerme antes, por mucha sangre y balazos que haya, pero para ver esta última hay que tener mucho estómago.
Y como algunos ya sabéis, mi estómago es tirando a flojucho. Así que después de esto, durante veinte minutos incluso he agradecido la película francesa Making plans for Lena. La sonrisa y sobre todo las piernas de Chiara Mastroianni y un arranque imbuído de una suerte de ligereza francesa me han dibujado una sonrisa en el rostro. Después, cuando se han empezado a poner trascendentes, me he dormido. Entendedlo: ha sido un fin de semana muy duro.
P.S.: El sueñecito duró 15 minutos, a ojo. No me perdí gran cosa. El año pasado Christophe Honoré ya dio sobradas muestras de su talento... a la hora de tratar los trastornos del sueño, una vez más con el pesadito de pedigrí Louis Garrell.

5 comentarios:

risk dijo...

Ah, veo que te gustó la Villamil, teniente! ;)

Acá la tenés actuando en un "chimichurri western" :D

http://artearjo.blogspot.com/2008/12/un-oso-rojo-2002-completa.html

catiti dijo...

Gracias por esta crónica cinematográfica, teniente. Me alegra saber que, a pesar de tanto rollazo, de vez en cuando te alegras la vista, aunque veo que también te echas las cabezaditas que te recomendé. ;P

Besitos, guapetón.

P.D. Aunque sigues sin despertar mi compasión, petardo!!

alma dijo...

Lo mato, lo mato muerto. Si se mete con Darín lo mato muerto.
Si toca a Campanella no lo cuenta, Dios que ganas tengo de ver esa pelicula...pero mira, a mitad del relato me he guardado la vizcaína.

Que bonita es Soledad Villamil, estoy de acuerdo, que exquisita elegancia la suya haciendose mayor y más hermosa...y en cuánto a Darín, pues una vez le dije a Carlitos que la cantante Noah tenía una voz maravillosa pero era fea como un coco de luz. A mí me gustan así de feas, dijo el arjo con toda su aplastante sabiduría. Eso es lo que a mí me pasa con Ricardo.

En cuánto a ti,teniente, estoy contenta...me alegro mucho de que vayas sentando la cabeza aunque sea para dormir el sueño de los injustos :)


Muchas gracias por la crónica, Kip. Besos

SubHatun dijo...

A mi el cine siempre me pareció una provocación. Entrar a un lugar donde se sientas en una comoda butaca y apagan la luz... es toda una provocación para echarme a dormir, que haya mucho ruido es lo de menos, soy de familia numerosa y si no fuera capaz de dormir con ruido hace muchos años que hubiera perecido por falta de sueño.

Por otro lado, contar una historia en imagenes siempre me pareció propio de quien carecía de talento para hacerlo por escrito, y mas aun, representar en diferido, de aquellos que carecen de talento para hacerlo en directo, como en el teatro...

Dicho lo cual... me voy a comer :P

Kipling dijo...

¡¡¡Carlitos, hombre de Dios!!! :D
Te echo de menos, pibe. :(

Gracias por el link, la veré en cuanto ande más liberado. ¡Muchas gracias!

Cati, el sueño fue reparador. Como la siesta, jeje.

Alma, estuve a 2 metros de Darín. Creo que le canta el aliento... Jijijijiji (es mentiiiiira)

Blogue, que las butacas del Kursaal las ha diseñado un Genio del Mal para no pillar postura. Sniff.