viernes, 3 de abril de 2009

DE LIBROS Y VIRTUDES

Mi biblioteca es mi santuario. Un santuario para la mente y el espíritu. Incluso un festín para los sentidos. La encuadernación, los lomos, las tapas, el particular olor de un volumen, sentir su peso en las manos mientras lo ojeo, eso es un placer auténtico. No me quiero ni imaginar que los e-books o los audiolibros, ni siquiera los blogs, le robaran terreno al maravilloso libro impreso en papel. Desgraciadamente sucede con mayor frecuencia de lo que pudiera parecer y leer libros no es tendencia esta primavera-verano. Admito que no me gustaría vivir en un mundo sin libros, en el que para disfrutar de la prosa de Borges o Mann precisáramos de enchufes. O que leer el ensayo de Tácito sobre las costumbres de los bárbaros que habitaban Germania pasase a convertirse en una actividad que no fuéramos capaces de hacer sentados bajo la sombra de un árbol. En aquel escrito, su autor aprovechó la descripción que hacía de las costumbres de los pueblos asentados en la margen derecha del Rín tanto para advertir del peligro que para la Ciudad Eterna suponían las tribus germánicas, como para comparar la decadencia de los primeros años del Imperio con las viejas costumbres de la República, que en su opinión eran las que la habían llevado a la cúspide del poder en el mundo mediterráneo. El cronista hablaba de virtudes que creía perdidas tras los años de gobierno de las dinastías julio-claudia y flavia. Hablaba de austeridad, dignidad y valor.
 
No sé si hoy en día el imperio, sea este romano o llegado del otro lado del mundo, sigue dictando nuestros destinos. Pero es interesante asistir por un lado al fervor religioso que despierta el nuevo cabecilla mundial, y por otro ver cómo los críticos al poder establecido siguen con sus rituales clásicos. Se trata este nuevo cónsul con al menos cuatro años de mandato por delante de un orador poderoso, si bien se advierten en sus maneras algún deje de predicador. Y ante su mera presencia, el comportamiento del Pueblo se divide entre aquellos que no saben otra cosa que ladrar y morder como una jauría asilvestrada, y aquellos que asumen su papel de rebaño, dispuestos a ser esquilados un año más por estas fechas primaverales.
El Rín, ese limes natural que para César separaba galos de germanos, civilización de barbarie, pax romana de bellum germaniis, era hoy nuevamente protagonista. La antigua Argentoratum romana, esa hermosísima ciudad alsaciana disputada mil veces por unos y otros, y Aquae, la exquista ciudad balneario que ya acogiera un decimonónico encuentro entre tres emperadores, recibían hoy la visita del mandatario norteamericano. La conmemoración del sexagésimo aniversario de la Organización del Tratado del Atlántico Norte era la excusa para la visita. La excusa es notoria. El trasfondo también parece serlo. No parece otro que reclutar tropas en Europa para la guerra afgana, cuyos costes hacen saltar por los aires todos los presupuestos de la primera potencia mundial, por no hablar de cientos de personas al día en aquella zona del Asia Central.
Y como decía, aparecen por un lado los que se oponen a la presencia del jerarca. Las protestas vuelven a ser violentas, como acostumbran ante eventos de este tipo. Ni siquiera se molestan en oírle hablar. Optan por métodos más expeditivos como arrasar con todo lo que encuentran a su paso. Comportamientos poco cultivados que no ayudan en nada a erradicar los problemas contra los que se manifiestan. Por otro lado renacen en otra parte de la población los anhelos por un nuevo Mesías que los saque del envilecimiento de nuestros días. Ciertamente es auténtica pasión lo que despierta entre muchos jóvenes. El clamor que levanta a su paso es comparable al de las grandes figuras del deporte, la música o la interpretación escénica, y la turba se deshace por estrechar su mano, fijar el momento en imágenes y lucir una sonrisa beatífica. Pero los problemas tampoco se erradican balando como las ovejas en el prado, cuando pasa el pastor con la vara. ¿Pero qué hace la mayoría? La mayoría tal vez sea la que asiste impávida al espectáculo. La que va a trabajar y se encuentra con la noticia en el telediario de turno y que mientras se calienta la cena murmura algo así como “mis problemas no se arreglan con una Cumbre de Estados.” Sí, es posible que sea ésta la postura mayoritaria entre la población. La que, mientras se prepara para salir de casa, opina algo parecido a “el tipo parece majo, sí, pero no va a venir a bajarme la basura al contenedor. Los problemas me los tengo que solucionar yo mismo”.
Y este puede parecer un discurso muy sano. Porque los problemas no se solucionan gracias a salvadores, ni se esfuman por arte de magia cuando unos vándalos destrozan sucursales bancarias. Pero entonces, ¿cómo se solucionan los problemas? Tal vez no se solucionen nunca. Tal vez sea cierto aquello de homo homini lupus y tratemos todos de medrar a costa del vecino. Pero tal vez – y digo tal vez – los problemas sí que puedan encarrilarse regresando a aquellos viejos valores quizá perdidos para siempre de los que hablaba el clásico. Como esa austeridad, esa dignidad y ese valor, que observaba Tácito entre los enemigos de Roma, y que a su vez tanto echaba de menos entre sus compatriotas. Ahora bien, ¿tienen algún sentido esas virtudes hoy en día? ¿Serían aplicables a la época que nos ha tocado vivir? ¿No se ha alterado el contexto desde el siglo I d.C.? Porque en lo esencial, el ser humano no ha cambiado, pero su contexto… Amigos míos, el contexto es otra cosa.

Dignidad. La dignidad está muy bien, pero quién es el ciudadano que tiene la dignidad de no plegarse a las exigencias de un mercado laboral que se parece cada vez más al Circo Máximo. Más aún: quién se acuerda de su dignitas -de su honor, de su respetabilidad, diríamos hoy- cuando lo que se le ofrece es un talón con muchos ceros a costa de denigrarse y traicionar a sus conciudadanos.
Valor. El valor es fundamental, pero quién posee el valor para defender sus derechos sin caer en la ciega violencia. Quién es lo suficientemente Hombre -viril viene de virtus- para anteponer la res publica al bien propio.
Austeridad. La austeridad es imprescindible en tiempos de crisis. Pero cómo aprender de pronto el sentido y la belleza de la frugalidad -la austeritas- cuando hemos mamado y a su vez amamantado nosotros mismos durante años la opulencia y despilfarro.

¿Quién es capaz de retomar esas virtudes, ya caducas? No lo son los políticos, no lo son los grandes financieros. Y tampoco lo es el pueblo, mal que nos pese. Sirvan como ejemplo estas horas malgastadas en escribir o leer en cierto blog, por no hablar del consumo energético que ello supone. No obstante, si sirviera para reflexionar por un instante acerca de aquellas lejanas virtudes, quizá esas horas no hayan sido desperdiciadas por completo.

19 comentarios:

Lorielana dijo...

Volvere la semana que viene y entonces buscaré esta entrada, esté lo abajo que esté y entonces la leere con calma y procuraré hacerle justicia.
Una sola y rapida lectura no es suficiente, teniente.

SubHatun dijo...

Que sociedad esta... donde millones de personas mueren de hambre al tiempo que se fomente el uso de biocombustibles... es decir, que usemos alimentos para producir combustibles... condenando de hambre no solo a los que antes la pedecian, sino tambien a los de los paises donde se siembran miles y miles de hectareas dedicadas a esa producción.

Y tantas y tantas cosas mas....

Austeridad... bonita palabra, y tan despreciada y olvidada. En una sociedad que produce muchisimo mas de lo que consume, y tira el excedente, olvidandose del que carece de todo.

ahora, con una crisis tan virtual como la economia que la alimentó, se echan las manos a la cabeza los "grandes" mandatarios que antes fomentaron esa econommia virtual y especulativa en la que se creaban grandisimas fortunas basadas en que? en nada, en pura especulación, en adivinación de altas y bajas de indices.... nada productivo, nada solido, nada material...

A veces dan ganas d volverse al campo, alambrar el terreno, comprarse, como esos de las peliculas americanas, un monton de armas, para defender la huerta y las gallinas de las masas de urbanitas hambrientos que buscaran su sustento cuando todo el sistema se vaya a la mierda.

Estare en el porche tocando mi banjo, gritad la contraseña "música o Muerte" y os dare comida y cobijo, y no olvideis traer un libro

alma dijo...

Hay un cuento cortísimo y fantástico de Juan Pedro Aparicio, donde con motivo de la reciente reunión del G20 en Londres, una imaginaria estatua del diablo, de bronce desaparece de su pedestal en el lugar que iba a celebrar la cumbre...El cable que la sujetaba no aparece cortado sino derretido, y en el lugar donde debia estar el angel caído solo se aprecian unos tenues y extraños grafos que poco despues se observa que son arameo...al traducirlos se revela una despedida muy sencilla: "Me voy de aquí, ustedes no son mejores que yo".

Kipling dijo...

SubHatun, dos palabras: así es.

Alma: Supongo que hay una errata en esa frase, tal y como la indicas para que tenga gracia. Supongo que el diablo dice aquello de "(Sobro en este mundo porque) ustedes SON mejores que yo".

Kipling dijo...

Alma, ojalá fueran nuestros dirigentes los únicos culpables del Mal en el mundo... Desgraciadamente, eso no es así.

SubHatun dijo...

pues no Kipling, los mandatarios no son sino un reflejo del común de esta sociedad, avariciosos, codiciosos, mezquinos, egoistas, y estúpidos

alma dijo...

Teniente , no hay ninguna errata en mi comentario,lamento que el diablo de Juan Pedro Aparicio no te parezca bastente ingenioso ;)

En cuanto a los auténticos culpables de la situación en la que estamos y la inevitable corrupción de los imperios, la perdida de los valores viejos y todo eso, suele aparejar la aparición de otros... El Tácito que admiras (de verdad lees a Tacito debajo de un árbol?) no hubiera tenido lugar en la Roma que el extrañaba e idealizaba, porque no habria tenido de que quejarse y una situación de prosperidad de dignidad y "bienestar" nos habria privado del Quevedo que mas amamos...
Los Heroes americanos de la Segunda Guerra Mundial, que se criaron en la miseria y cruzaron el Atlántico para defender el mundo y derrrotaron a Hitler y volvieron a casa para seguir trabajando como mulas de carga y construir un imperio, cometieron el error de proporcionar a sus hijos tantas cosas maravillosas que los dejaron desprovistos para siempre de valor, austeridad y dignidad
Resultaron una generación tremendamente decepcionante para sus padres que se dedicó a dilapidar su herencia moral y a ponerse hasta arrba de todo tipo de drogas, los supervivientes resultaron los mas crueles depredadores del mundo y la historia, acabaron con cualquier género de escrúpulo y han seguido divirtiendose hasta hoy jugando con cosas que no tienen repuesto como dice Serrat, haciendo de su terrible modelo de vida el modelo del un mundo, donde la austeridad dejó de ser un valor hace mucho tiempo, el valor se desconoce y la dignidad no existe. No contentos con ello resulta que además no quieren morirse nunca, los cabrones...pero si repasas con cuidado teniente, podras ver que los músicos y los artistas que mas admiras proceden de las mismas coyunturas que ellos.

Y en cuanto a la pasión que despierta Barack Obama, juas, solo tienes que mirarlo...mmmm mmmmm mmmm
;)

En cualquier caso siempre nos quedara el campito vallado del Sub al que yo acudiré a besar cada dia.

SubHatun dijo...

ya estás tardando Alma .. :P

Kipling dijo...

Alma, no pretendía criticar solamente a los americanos. Hacen lo que otros no pueden pero para sí quisieran. O peor aún, hacen lo que otros no se atreven a hacer, pero que estos últimos necesitan para subsistir. Además, lo que hacen ahora ellos, lo hicieron antes todos, con menos rendimiento porque les faltaban los medios técnicos.

Y es cierto eso que dices, que sin derrotas ni miseria tampoco habría épica. Si Troya no hubiera caído, jamás habríamos sabido del poeta ciego. Si el enano corso no hubiera sido derrotado en Waterloo no tendríamos a ABBA... bueno, olvida esto último...

Y para qué citar al gran Rudyard...

Y también es cierto que la decadencia o el descontento producen grandes artistas. Me voy a saltar toda la retahíla de hippies que admiro...

Básicamente lo que pretendía con la entrada era mostrar un intermitente descontento con mi condición de ser humano y recordarme a mí mismo que hay virtudes más allá del éxito. Que por cierto no es virtud, si acaso consecuencia de ella o de su ausencia, según el caso.

Pero no os preocupéis, que en breve tendré cosas más agradables de las que hablar. Los vinos galos, por ejemplo. ;P

P.S.: Nunca he probado a leer a Tácito subido a las ramas de un árbol. Será cuestión de probar... Pero hacerlo bajo la sombra de uno, es uno de los grandes placeres de esta vida, querida Alma. Por cierto: la sombra cobija para los dos, si te apetece sentarte aquí un rato. :)

SubHatun dijo...

Exito... ¿que es el éxito?

alma dijo...

que es el exito? dices mientras clavas en mi pupila tu pupila hatun....
que es el exíto, y tu me lo preguntas?
el exito eres tú...

XD XD XD

Teniente estuve pensando en lo del árbol y no me parece mala idea...siempre que sea un arbol de las francias claro ;)

Kipling dijo...

¿No te vale un tejo de la verde Caledonia?

;D

SubHatun dijo...

Lorie, no disimules... tardarás una semana es responder porue un funcionario no es capaz de hacerlo antes... aunque solo sea por principios

lilianne dijo...

Supongo que si nos damos cuenta de que en ocasiones atentamos contra nuestra dignidad, que en otras nos falta valor, y que nuestra manera de vivir suele estar lejos de ser austera, es que nos queda algo de las tres cosas. Espero que a esos "grandes" hombres y mujeres que tienen el poder para cambiar el mundo, les quede dignidad, aunque solo sea para echarla en falta de vez en cuando, que no solo su discurso sea valiente, que lo sean también sus actos, y de austeridad, seguramente hace tiempo que se han olvidado de esa palabra.

Kipling, aunque llego bastante tarde, tengo que decir que esta entrada aunque no es tan poética como otras, no nos hace soñar ni emocionarnos, es en mi opinión, una de las mejores del blog.Gracias.

Kipling dijo...

Lilli, muchísimas gracias, cariño. ¡Me has alegrado la tarde!

:)

Kipling dijo...

Fíjate que echo yo de menos un comentario de alguien que me lo debe...

;P

Lorielana dijo...

Tarde, muy tarde, lo sé. Al parecer no está ultimamente entre mis valores o virtudes la celeridad. De todas maneras, es una suerte contestar después de leer los demas porque todos los demás aportan y ayudan a reflexionar.
Valor. Usteridad. Dignidad. ¿Crees que es posible en esta sociedad actual? Aquí,¿En un mundo en el que priman las apariencias y se ha hecho de los signos externos de poder la señal de que estás en el camino del éxito?,Y ¿es posible si además esos signos externos son las posesiones que no has ganado, la belleza que has comprado y la cultura que has destruido a tu paso?.
Pues sí, lo creo. Tacito añoró los valores de la vieja república, la de los patricios,la que se circunscribia a las siete colinas y campos de alrededor, dejando fuera de la ciudadania a cualquier territorio o persona que no fuera romano de origen. La que ponía el valor de la familia o la gens como piedra angular de su vida. Aunque para ello tuvieran que desprenderse de hijos que no permitirian seguir manteniendo el prestigio familiar o darlos, o acoger en adopción a los que te puedieran aportar fama o tesoros a la familia. Escipion fue adoptado por su fama y valor y Los Balbos, noble familia gaditana, luce como nomen el de los aristocraticos Cornelios. Claro que Lucio Cornelio Balbo era inmensamente rico, aunque su arbol genealogico de origen fuera de una vulgaridad de lo mas provinciana.
Quiero decir que Tacito añoró lo que no conoció y que tendemos a idealizar el pasado. lo de "culquiera tiempo pasado fue mejor" que escribiera Jorge Manrique es una constante en la historia. Pero los ciclos son necesarios, y son naturales. Y a tiempos de austeridad le siguen tiempos de bonanza y a estos tiempos de despilfarro. Cada uno produce sus propios genios y sus propios monstruos.
Esta socidad en la que vivimos Kipling, es cierto que quizas tienda a leer en otro tipo de soporte. Estoy de acuerdo que es mas romantico leer bajo un arbol, de la Caledonia o de la Alpujarra, que da igual. Pero lo importante es que lean. Cuando hayan conocido el placer de leer, seguro que no haran ascos a la sombra de un arbol.
Y sin ir mas lejos, amigo mío...¿me puedes decir cuantas posibilidades hubiera tenido de leer lo que has escrito, muy bueno por cierto, o los cuentos y reflexiones que aquí se han dejado los hatunes si aún no existiera el blog?
Claro que me quiero ir al Rancho ese que quiere abrir el Blogui ¿me admites, amor? pero eso ahora, en tiempos de guerra y en tiempos de paz. Y no me veo yo practicando la austeridad allí...ni quiero...por lo menos no la austeridad que obliga a los demas a comer y beber como si fueran monjes cartujos.
Lo bueno, lo digno, lo valeroso es algo que está en las personas...la sociendad en su conjunto suele ser siempre la misma. Si tiene más gasta más y si tiene menos se aprieta el cinturon.
Creo que me he ido bastante del tema...pero es una reflexión a toro pasado Kipling, y el tiempo te permite matizar otras cosas, o irte por las ramas como me ha sucedido a mi. Por cierto ¿esa rama da para tres?
Gracias por la entrada.

SubHatun dijo...

admitida Lorie ;)

Kipling dijo...

Lorie: has cumplido con creces.

:)