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martes, 6 de enero de 2009

Los tres Magos

Fue después de derrotar a la Noemedusa, nuestro subcomandante había desaparecido ya, pero todos pensábamos que volvería pronto. La fiesta continuaba, y entonces llegaron ellos, tres hombres que parecían disfrazados. Llevaban trajes largos de pieles exóticas, muy diferentes de nuestras armaduras y trajes de batalla. Decían traer regalos para un rey, así que, tras aclararles que en Hatunia sólo teníamos a la reina Mireyeta, entraron.

Como no podía ser de otra manera, se les ofreció probar los mejores platos de la cocina hatuniana. Nos contaron que eran Magos ancestrales venidos de muy lejos, y nosotros les contamos la reciente batalla.Acabaron de comer y pasamos a ver que eran los misteriosos regalos.

El primero de los tres visitantes, que parecía el más anciano, traía una caja pequeña de muchos colores. El segundo, algo más joven, pero de gesto cansado, llevaba un bulto más grande, similar a una botella, pero sin nada en su interior. El último, menos pensativo que los otros y con una mirada más alegre, portaba lo que parecía un libro, de tapas grandes y hojas muy blancas, junto con una pluma, que no pertenecía a ningún animal que hubiésemos visto jamás.

Se adelantó el primero con su cajita de colores, pero al abrirla estaba vacía, entonces sacó un poquito de oro de su bolsillo y lo introdujo en ella, volvió a cerrar la caja y se dirigió a la reina:

-Ahora majestad, elija una canción.

Y Mireyeta, sin dudar un momento, eligió el himno de guerra de Hatunia. 'La cabalgata de las Valkirias'. El mago volvió a abrir la cajita, continuaba vacía, pero esta vez al abrirla, comenzó a sonar la canción escogida. Todos nos quedamos maravillados, y pasó el segundo mago.
Esperábamos emocionados, si el primero podía darnos música, que nos daría éste. Saco la botella vacía y una barrita de incienso, prendió este último y lo puso en el interior de la botella, entonces empezó a chispear, lanzando destellos y el mago la sacó. La botella podía dar toda la cerveza que quisieras, y también otras bebidas, claro, para los menores, abstemios y demás hatunes que tuviesen que conducir.

Otra vez esperábamos ansiosos, ésta al último Mago, que ya se acercaba con sus regalos. Como en los anteriores, hacía falta algo más para que la magia funcionase, esta vez era mirra. El libro permitía leer cualquier obra que hubiese sido escrita, elegida por quien lo tuviese en sus manos; la pluma, daba creatividad a los hatunes para escribir todo tipo de historias.

A partir de estos regalos, surgieron pequeños cambios en Hatunia: Creamos el lema 'Música o Muerte', dando a entender que quien intentara robar la caja de colores pagaría con su vida. Rendimos culto a San Miguel, que desde entonces es patrón de Hatunia. Y por último, se creó la biblioteca, donde todavía se guarda el libro mágico.

Respecto a la pluma, nadie sabe lo que pasó, hay versiones sobre la fundación de un club literario que podría tenerla. Quizá, una parte de esa pluma está ahora en cada hatun, dándole todo lo necesario para poder escribir nuestra historia.

miércoles, 31 de diciembre de 2008

FELIZ AÑO HATUNIANO

Como bien sabéis, hoy es fin de año Hatuniano, una vez más, durante el perihelio, la sizigia del Sol y la Luna, en el deseo de recobrar a sus hijas queridas, Mireyeta y Kelna, provocan la Gran Marea Anual, la Gran Pleamar, y con ella, el tránsito del viejo al nuevo año.

El gran flujo de la Marea atrae a nuestras costas a miles de Hatunes atrapados en la fuerza de la corriente, y, durante la estoa, se les ve saltar felices, mientras los habitantes de Hatunia lanzan fuegos artificiales de mil colores y toman los doce hatunes de la suerte (Esta costumbre fue cambiada por tomar doce boquerones, que comer los hatunes causo que muchos hijos de Hatunia perecieran atragantados), acompañado de licores y dulces, y acompasado de canciones y bailes.

Con este motivo, os deseo un Feliz Año Nuevo, y mis deseos de paz, amor, felicidad, sexo, y rock&roll para todos vosotros.

Subcomandante Bloguerrillero
General de los Ejércitos de Hatunia
Amante Inconmensurable
Sediento Insaciable

miércoles, 24 de diciembre de 2008

¡FELIZ HATUNIDAD A TODOS!


Hermanas y hermanos de Hatunia

¡Por fin llegó la Hatunidad!

En estos tiempos en los que el verdadero significado de la celebración se ha perdido y ha sido sustituido por un consumismo salvaje, señores orondos vestidos de rojo, otros de carnavalescas majestades, profusión de lucecitas y guirnaldas, acompasado por musiquillas a cual más desagradable, junto a un ejercito terrorífico de muñecas siniestras que se dirigen al portal (con criminales intenciones de infanticidio sin duda), no cabe sino recordar el verdadero sentido de esta celebración.

Hace mucho tiempo, en los albores de la era de Hatunia, la noche de un 24 de diciembre de hace 2008 años, un banco de Hatunes arribó a nuestras costas a la Reina Mireyeta, que acompañada de Kelna, trajo a las vidas de nuestros antepasados, y a las nuestras, miles de años de amor, felicidad y fraternidad.

Aquellos que fueron testigos, tan solo lo celebraron con una frugal cena, y el único regalo, pero inmejorable, fue el amor que anidó en sus corazones.

Así que hoy, vuestro Subcomandante os desea ¡Feliz Hatunidad! Os regala su amor y amistad, junto a un vale por un menú-hatunidad-pequeño para el McHatun, de modo que la cena sea frugal, y, así, recordéis y honréis la memoria de aquellos que, en aquella playa, presenciaron el advenimiento de Mireyeta.

jueves, 11 de diciembre de 2008

HATUNIA. La Leyenda continúa.

Muchas son las canciones y leyendas que contaron lo que sucedió en aquella cruel y terrible guerra. Pero os aseguro, mis queridos amigos, que ninguna de ellas hace honor a los extraordinarios sucesos que allí acontecieron, y la gloria de aquellos bravos soldados quedará como ejemplo de valor y coraje para las generaciones venideras.


- HIJAS E HIJOS DE HATUNIA – Os decía que gritó el Subcomandante. A lo que siguió un confuso griterío

-tuturututu tututuu. ¿pero había que vení disfrsao de sordao? ¿Por qué no me avisaon pisha?- dijo alguien

-¿Cuál es tu nombre?- espetó el Subcomandante

-Lorielana, ea, ¿ere tu el que va a cantá la shirigota? Oju que caló os debe da er traje ese de sordao, vamo a toma una cervesita bien fría ¿no?-

- A ver tú, el que cambia de capa y pipa a cada momento, ponte firmes-

- ¿Yo? Perdón, aquí el teniente Kipling a sus órdenes señor.

-¿Teniente de que?-

- De Hatunian Yard señor-

-¡Matar dumpties, matar boompies, matar woopies!-

- Vosotras! Las que dais esos gritos raros! ¿Cómo os llamáis?

- Amalaire Señor! Lista para matar woompies Señor!

- Mitsuko Señor, Ansiosa de matar duumpies Señor!-

Así, una a una, fue conociendo a las bellas y valientes hijas de Hatunia, junto a las anteriores destacaban de todo el resto de las gentes de Hatunia, por su liderazgo, la bella Severinne, con ojos de noche y un corazón de fuego, Irati, fuerte y recia como un árbol, pero cálida y tierna como un bollo recién salido del horno, Dark, tan llena de sueños como de ilusiones, Janis, inteligente y sensible, algo distante y desconfiada, pero llena de buenos sentimientos como cualquiera de la mujeres de Hatunia, Catiti, amable y siempre dispuesta a ayudar a los demás, Planetas, conocedora de las capacidades de todas, y Lili, siempre alegre y de buen ánimo… Ellas fueron elegidas como Capitanas de Hatunia.

-¡Hijas e hijos de Hatunia! Desde la fundación de Hatunia vuestro pueblo no ha conocido sino años de paz, amor y prosperidad, nunca conocisteis la lucha, ni la guerra, ni habéis conocido enemigo alguno, pero hoy macha hacia vuestra tierra un ejercito temible, aquellos tambores y timbales que se oyen allá a lo lejos pertenecen a los ejércitos de Medusa, yo marché al frente de ellos en muchas batallas y bien sé de que son capaces. Yo mismo nací en un campo de batalla, y el primer sonido que salió de mi garganta no fue un lamento ni un llanto, sino un grito de guerra. Sus tropas no conocen la piedad, ni el miedo, son implacables y sanguinarios, y su único objetivo es sumir vuestra tierra en una sangrienta era de oscuridad y horror. Pero no temáis, el ejército de Hatunia tiene un arma mucho mas poderosa que la fuerza ciega y el terror. De vuestro lado esta el amor y la justicia, y eso nos conducirá a la victoria, debéis dejar de lado todo egoísmo, toda ambición personal, debéis luchas juntos como uno solo, con una sola alma, con un único corazón. Para la victoria solo hay un camino, ¡La Muerte! La propia o la del enemigo. Porque sabed que no tenéis más opción que matar o morir,

¡Ay, de la muerte no sé
de que color va vestida
y no sé si lo sabré!

¿Mano en el hueso y guadaña,
Curva guadaña buida,
En la punta de una caña?

¡Literatura sabida,
Terrorismo medieval
Para chantajear la vida!

Yo entraré en la noche ciega
Como entra la bestia pura,
Que cuando la muerte llega
Va y en la espesa espesura
Cuerpo en calma y alma entrega.

¿Qué sabéis de la muerte?
Nada.
Ni siquiera si existe.
Esta gran calumniada,
La gran triste,
Poderosa y fuerte,
Es la gran ignorada.

Más ya me veis: espero
mi momento postrero,
curioso, preparado,
pues quizá me sea dado
sentir que llega, armada,
y herido por su espada
gritar: ¡Te vi primero!


empuñad vuestras armas y gritad conmigo
¡MUERTE, MUERTE, MUERTE! ¡VIVA HATUNIA!-

El clamor llegó a todos los rincones de Hatunia, miles de voces gritaban al unísono, todo el pueblo unido, dispuesto para la batalla, dispuesto a la muerte por todos los principios y valores que Hatunia representa.

La batalla estaba ya cercana, los tambores del enemigo se escuchaban cada vez más cercanos, hordas de guerreros de las montañas y de la gran meseta se acercaban más y más a la ciudad.

Las órdenes se impartieron deprisa, se formaron cuatro batallones, al mando del primero estaban Severinne, Risk y Planetas, y defenderían el flanco norte de la ciudad, al mando de Darkstar, Almalaire y Lorielana otro batallón que defendería el este, Iratí, Catiti y Janis-Joplin con sus tropas al oeste, Mitsuko, Kipling y Lilianne con su batallón defenderían el sur de la ciudad. El Subcomandante se movería libremente de un lado a otro según fuera necesario.

Desde la torre más alta de la ciudad, la Gran Sacerdotisa de Hatunia, Camaleón, acompañada por Mireyeta y Kelna, rezaba al Gran Dios Hatún, y bendecía a sus tropas ante la batalla.

El sonido de los tambores era ya un estruendo, y. en la gran llanura que separaba la ciudad de las montañas, miles y miles de soldados enemigos estaban ya dispuestos para la batalla. De repente un gran silencio se apoderó del día, un silencio mucho más fuerte que los tambores que le precedieron y que congelaba la sangre en las venas.

El subcomandante bajó su yelmo, apretó el puño de su espada y masculló – Esta noche habrá un buen banquete en el Valhalla-

Desde las torres de Hatunia empezó a sonar “la Cabalgata de las Valkirias”, en el campo de batalla se desató el infierno…

Hacer un exacto relato de lo que allí aconteció es imposible, solo decir que aquello fue el infierno. Miles y miles de guerreros de medusa atacaban en furioso y anárquico frenesí la ciudad de Hatunia, mientras, los valientes soldados de Hatunia defendían con valor y coraje su ciudad. Los muertos de uno y otro bando iban cayendo, sembrando la tierra de cadáveres regados con sangre de unos y de otros. Las tropas Hatunes, en un principio, conseguían mantener fuera de la ciudad a el ejército de Noemedusa, sin embargo, superaban diez a uno en efectivos a los hatunianos, y poco a poco los hacían retroceder, e iban cayendo bajo el peso de las espadas de los fieros guerreros de las montañas.

En el frente sur. Kipling movía la capa con un extraño e hipnótico arte, como un torero por reboleras, manoletinas, y verónicas, todo ello causaba a la par admiración y conmoción en las filas enemigas, cautivados por la belleza de los lances y por un movimiento solo visto en las mejores tardes de Curro Romero, o en las actuaciones de Locomia, los soldados de Medusa echaban vítores y óles, y aprovechando el despiste y confusión, el Teniente asestaba certeras estocadas en los corazones del enemigo.

Allá, en lo alto de torre, la Reina Mireyeta pidió su armadura y su espada, junto a su fiel Kelna decidieron bajar al campo de batalla, no podían quedarse allí viendo como caía su pueblo bajo el acero enemigo.

Abajo, las fuerzas desfallecían, paso a paso, los defensores de Hatunia iban cediendo terreno, y los enemigos pasaban entre sus líneas como la arena se escapa entre los dedos, a cada golpe escapaba el valor, a cada estocada huían las fuerzas, la derrota parecía inevitable.

Después de un día entero de batalla se acerba el crepúsculo, la sangre en la arena, en el agua del mar, junto al sol del atardecer teñían de rojo mar, cielo y tierra, sembrando de presagios de muerte y derrota.

En el frente norte, los soldados Endemol de Medusa, sus tropas de élite, entraban en batalla, abriéndose paso como un cuchillo en mantequilla caliente, las mismas tropas que mandara el Subcomandante Bloguerrillero cuando lideraba las tropas del mal, y allá se fue a cruzar su espada contra los que fueran sus compañeros de infortunio, guerra y muerte. Al primer choque de espadas, el ahora capitán de los Endemol levanto su yelmo y sorprendido dijo – Mi general…. -

- Si, soy Bloguerrillero, fui vuestro General, pero un día vi la luz, yo no conocía más que la guerra, el dolor y la desolación, aprendí que hay otro modo de vida, y que el amor y la amistad entre hermanos lleva a la verdadera felicidad, y Hatunia los representa. Vosotros, valientes soldados de Medusa, tantas veces habéis luchado espalda con espalda conmigo, y vuestra sangre y la mía propia tiñeron juntas el campo de batalla, uníos a mi, luchad por la justicia y la libertad, y conoceréis, por primera vez en vuestra vida la felicidad..

- Mi general, nuestra espada siempre fue vuestra, lucharemos de su lado.-

Los soldados Endemol se pusieron del lado de Hatunia, sin embargo, si bien eran los más duros soldados del mal, no eran suficiente para ganar la batalla, tan solo dieron un respiro a los bravos Hatunes.

En el mar se dibujó una vela que se acercaba llevado por todos los vientos hacia al puerto, abordo, el Capitán Aratz acompañado de Clara, Lunera, Menosmal, Neo, Hache, Achilip, y todos los Hatunes que estaban embarcados en busca de otros océanos. En su llegada a puerto entraron en lucha, aun sin saber que ocurría, ni quienes eran los enemigos. Las fuerzas se iban igualando, pero así y todo haría falta un milagro para que hatunia lograra la victoria.

Pero los milagros suceden.

La batalla se había partido en dos frentes, uno a las puertas de la ciudad y el otro abajo en la playa, junto a la orilla, donde los soldados de Hatunia retrocedían y las olas ya besaban sus pies. Las tropas de Medusa causaban más y más bajas, y empujaban hacia el agua más profunda a golpes de lanza y espada, impulsados por un frenesí asesino y cruel cometieron el error que les llevo a su perdición, entraron en el agua persiguiendo a sus presas, entonces el mar pareció hervir, miles de atunes, brillando sus lomos del color carmesí del crepúsculo, aparecieron de repente, arrastrando a las tropas del mal a aguas profundas, donde perecieron ahogados por el peso de sus armas y armaduras.

A las puertas de la ciudad ocurrió el segundo milagro. Cuando Bloguerrillero y sus hombres apenas si podían contener las innumerables tropas de Medusa, aparecieron, como en una onírica visión, la Reina Mireyeta, hija del Sol, y Kelna, hija de la Luna, arrasando a las tropas enemigas. La armadura de Mireyeta estaba hecha de Sol, y al chocar las armas en ella se fundían como chocolate caliente, su espada de luz acababa con todos los enemigos que se enfrentaban a ella. Kelna, invulnerable con su cota de mallas de Luna, hasta el acero mas duro se quebraba al chocar en ella, seguía a su Reina, provocando bajas a diestro y siniestro.

¡La victoria era de Hatunia!

El ejército invasor huía despavorido hacia las montañas, y los que no. Caían cautivos, desarmados, o muertos.

En la confusión, Noemedusa, disfrazada y presa de rabia y odio, se acercaba a Mireyeta por la espalda. Sus trenzas eran ponzoñosas serpientes, y lanzó una de ellas contra la Reina de Hatunia. Cuando apenas faltaban unos centímetros para el fatal mordisco, Bloguerrillero se interpuso y recibió el veneno letal entregando su vida por la de su reina. Blandió Mireyeta su espada de luz y cercenó la cabeza de Noemedusa de un solo golpe y todas sus serpientes cayeron muertas e inofensivas, sin embargo, el General de los Ejércitos de Hatunia estaba envenenado. Mas no temáis, aun quedaba un último milagro, Camaleón, Sacerdotisa de Hatunia, llegó al lugar, dando de beber una extraña pócima al Subcomandante, que, al momento, sanó.

Así fue la primera gran victoria de Hatunia sobre las fuerzas del mal. A la batalla siguieron funerales por la muerte de valientes soldados de Hatunia, y fiestas por el triunfo. Durante una de ellas, Severinne, vio salir a su General, solitario y sin decir nada, por las puertas de la ciudad, corrió hasta él y preguntó.

- ¿Dónde va mi General?-

- Los enemigos de Hatunia pueblan allá en las montañas, y los daré caza mientras vivan o viva-

- Iré con Ud mi general-

La noche se reflejaba más bella en los ojos húmedos de Severinne que en el propio cielo mientras ella miraba triste a Bloguerrillero esperando su respuesta.

-Bien sabe el Dios Hatún que quisiera llevarte conmigo, o quedarme yo mismo aquí en Hatunia, pero mientras allá estén sus enemigos no habrá paz para vosotros, y las tierras de la montaña y la inmensa meseta, donde nunca sale el sol, donde viento, lluvia y oscuridad barren más allá del horizonte, no es lugar para ti, para vosotros amados hatunes, vuelve a la fiesta Severinne, marcharé solo –


Bloguerrillero siguió caminando hacia las lejanas montañas, echo la vista atrás y vio la figura de Severinne, inmóvil en la puerta de hatunia, volvió la mirada hacia las montañas cuando una lágrima resbaló de sus ojos por su mejilla, la limpió con su dedo, probó su sabor – Gotas de mar – dijo en voz alta.

Mientras se alejaba de Hatunia, por primera vez en su vida, el Subcomandante Bloguerrillero, General de las Tropas de Hatunia, lloró…

Lo sé, lo sé... muchas veces os han contado otra versión, en la que Risk, Kipling y Bloguerrillero no fueron a la batalla, sino que estuvieron en el bar viendo el partido España vs Argentina por la tele y tomando birras, mientras que las mujeres de Hatunia se enfrentaban solas a las fuerzas enemigas, pero os aseguro, queridos amigos, que no son mas que rumores malintencionados para desprestigiar a tres de los héroes de Hatunia...

martes, 2 de diciembre de 2008

HATUNIA

Dicen que hace tiempo, mucho tiempo, una estrella cayó al mar, y que un banco de atunes la empujó hasta la orilla. Allí, al tocar la arena de la playa, a la vista de hombres y mujeres que descansaban en la playa, la estrella se convirtió en una preciosa muchacha. Admirados ante tal prodigio y la inconmensurable belleza de la jovencita, todas aquellas personas se pusieron de rodillas y la dijeron – Dinos cual es tu nombre, y te nombraremos nuestra reina- Ella los miró con una ternura y cariño infinito, como solo una estrella puede mirar, y les dijo – Soy Mireyeta, hija del Sol, y en honor a esos nobles y plateados atunes que me trajeron a estas costas esta nación será conocida por Hatunia-

Durante siglos y siglos Hatunia vivió en paz y prosperidad, sus gentes se dedicaban a las artes, pintura, escritura, música, escultura, etc. Los mismos atunes que arribaron a las costas a su reina Mireyeta proveían a sus habitantes de todo lo que necesitaban para alimentarse. El amor y la concordia habitaban en los corazones de todos los habitantes de Hatunia. Hace ya muchos años, el Sol, preocupado por los cuidados de su hija Mireyeta, envió a Kelna, hija de la Luna, para ayudarla y cuidarla en estos océanos y tierras.
Cuando algún habitante de Hatunia se preguntaba como podía ser que Mireyeta gobernara siglos y siglos, y siempre pareciera apenas una niña, la decían – Ella es una estrella y su tiempo también, crece a ritmo de estrella y vivirá mucho más allá que la edad de los hombres -

Pero esa paz no habría de durar, una oscura amenaza se cernía sobre Hatunia y sus habitantes, más allá de la cercana cordillera, en las tierras que nunca besa el mar, un pueblo pobre y guerrero, gobernado por la malvada Medusa Galera, sentía una brutal y ruin envidia de Hatunia y sus gentes. Sabiendo que la abundancia y riqueza se debían a Mireyeta decidió enviar a su soldado más audaz y letal para acabar con ella, y así precipitar la caída de Hatunia, y gobernar ella los destinos de tierra y océanos.

Su elegido fue el Subcomandante Bloguerrillero, nacido en un campo de batalla, soldado audaz y valiente, guerrero hábil e implacable. Sus ojos verdes no pestañearon ante la orden recibida, golpeo con su puño en su cota de mallas en señal de aceptación de la orden, bajó su yelmo, y salió de inmediato para cumplir la orden…

Sigiloso, como tantas veces como amante furtivo, se coló en el palacio de Hatunia, y llegó hasta la habitación de Mireyeta, allí desenfundó su espada, y el roce del frío metal en su vaina despertó a la Reina, se levantó, miró al intruso y dijo -¿Quién eres y que quieres de mi?- El subcomandante la miró, ella, en la semioscuridad de la habitación, titilaba como una estrella, y una calida corriente de ternura y amor inundaron el corazón del Subcomandante de unos sentimientos desconocidos para él, que nunca conoció otra cosa que la guerra y la muerte. – Soy el Subcomandante Bloguerrillero, y vengo a cobrarme tu vida – dijo, y al pronunciar esas palabras notó como le temblaba la voz, y como sus manos temblaban de un modo desconocido, pues jamás supo lo era el miedo cuando su mano empuñaba su espada. – Haz lo que debas valiente Bloguerrillero – Él dio un paso, pero su valor huyó de su pecho mientras un desconocido calor invadía sus entrañas, y cayó de rodillas a los pies de la ya su Reina, diciendo – Mi vida y mi espada son vuestras, mi Reina Mireyeta-

-Desde hoy seréis el General de los Ejércitos de Hatunia-

Enterada del fracaso de su misión la malvada Reina Medusa entró en cólera, y ordenó que todos sus ejércitos caminaran hacia Hatunia, y acabaran con ellos para siempre.

Hatunia siempre vivió en paz, y sus habitantes no conocían el arte de la guerra, sino los de la música, la poesía la pintura. Su nuevo General debía preparar la defensa de Hatunia.

La mayoría de los hombres de Hatunia estaban lejos de sus costas, allá lejos surcando los océanos, bajo el mando del Capitán Aratz, en tierra no permanecía mas que Kipling, que perdió el barco en la duda de qué capa pegaba con qué pipa, Risk, embajador de Hatunia Austral, que como cada año había acudido de jurar fidelidad a la Reina Mireyeta, y el propio Bloguerrillero, el resto de las tropas de Hatunia estaba formado exclusivamente por mujeres. –Mujeres- masculló el Subcomandante – me envían mujeres, para un trabajo de hombres – El general de los ejércitos de Hatunia aun no conocía el valor de sus mujeres

Observó a sus tropas, y alzó la voz diciendo…

- HIJAS E HIJOS DE HATUNIA –

Continuará….