lunes, 18 de agosto de 2008

NYC: AN EXPEDIENT EXAGGERATION

Me he puesto estupendo con el titulito, ¿verdad? Una vez más. En fin. Pido disculpas. Pero no he podido resistirme a emplear parte de una gran línea de guión de Ernest Lehman. La línea decía algo así como "en el mundo de la publicidad no existe la mentira, solamente la exageración expeditiva (traduzcámosla mejor como eficaz)". El guión corresponde a la película North by Northwest, traducida en estas latitudes como "Con la muerte en los talones", que fue rodada en más de una localización de la ciudad en cuestión.
Nueva York es precisamente eso: una exageración a todos los niveles. Enorme (9 millones de habitantes: tres veces Madrid y ¡¡¡50 veces San Sebastián!!!), ruidosa (menos que más de una ciudad española), sofocante (por el calor estival), tremendamente cómoda, sofisticada y vulgar a la vez, luminosa, llena de apestosas bolsas de basura que brotan de la nada a partir de las 9 de la noche, rascacielos infinitos conviviendo con capillas de la época colonial británica, con un atasco permanente en sus calles, un parque que ocupa 3,5 kilómetros cuadrados y divide la isla de Manhattan, con un chiringuito de comida rápida en cada esquina. Con raudales de talento manando allá dónde se mire, como si las bocas de agua contra incendios reventaran a modo de géiseres de forma armónica. De ese mismo modo, una miríada de artistas callejeros, a cada cuál más profesional y que harían sonrojarse a más de uno de los establecidos que pululan por nuestro más que gris panorama patrio, despliega su saber hacer por la Gran Manzana.

Decir que recorrí Manhattan de arriba a abajo, por todas esas avenidas que parecen "highways", incluída esa rebelde diagonal que llaman Broadway, y de este a oeste, por las calles que parecen "avenues".

Algunos datos a modo de bosquejo: la misma noche que llegamos nos dedicamos a explorar el Theatre District. Hora local: las 11 de la noche. Un calor impresionante sumado a la humedad que asola las zonas costeras y que tan bien conozco. Las calles impregnadas de un olor indescriptible. Una mezcla entre un penetrante aftershave masculino, fast-food y un queso roquefort con más de cinco horas al sol. Y por supuesto todo abierto. TODO. El topicazo de la ciudad que no duerme se cumple a rajatabla. Un apunte: 1 de la madrugada y la tienda oficial de M&M's, con sus puertas abiertas de par en par, repleta de clientes de absolutamente todas las edades, ofreciendo al respetable las ocurrencias más disparatadas. Las chocolatinas, lógicamente eran lo de menos. Allí había calzoncillos de M&M's, guantes de béisbol de M&M's, camisetas de M&M's... Todo esto a lo largo y ancho de un edificio de cuatro plantas. Como decía, una exageración. Pero una exageración sumamente eficaz, ya que los dólares, esos billetitos verdes y arrugados, cambian de manos a la velocidad del rayo. En cada rincón hay negocio. Y ojo, que he escrito "rincón" y no "esquina"...

Me llamó la atención la sensación de seguridad que me invadió al poner mis pies sobre aquella isla. Una sensación exagerada. En ningún momento parecía que pudiera pasar nada por lo que asustarse. La gente paseaba tranquilamente por parques como Union Square, en el Greenwich Village, a la una y a las dos de la madrugada, o rindiendo pleitesía al talento de los músicos de turno, con una comparsa de hippies bohemios y borrachos alrededor.

Una última impresión sobre aquello que, considero, mejor saben hacer los estadounidenses, esos habitantes de mil y un procedencias que llenaron con un sinfín de males aquel Nuevo Mundo, en origen inmaculado y bello; pero que supieron dotarlo de otras tantas virtudes. Una de ellas, decía, es sin duda su sentido del espectáculo. Eso que ellos llaman el show-biz. Algo que ellos dominan y en lo que nadie les puede hacer sombra. Para comprobarlo, no hace falta más que darse una vuelta por Broadway y acudir a la representación de algun musical. En absoluto soy fan de este tipo de espectáculos, pero estar en uno de esos teatros bendecidos por el talento de Rodgers, Hammerstein y demás, y presenciar el engranaje perfecto de una obra bien escrita y bien interpretada es algo que no alcanzo a describir con palabras. Sólo con aplausos. Y debo decir que salí de una representación de algo a priori tan cursi como Mary Poppins con las manos enrojecidas. Una vez más, talento exagerado. Y 100% eficaz.
Y llega el momento del corolario, pues en algun momento hay que poner el punto final. Mmmm... Veamos. Sí. Se me ocurren 4 palabras: I love New York. Sin exageración.

13 comentarios:

Lorielana dijo...

No exageras nada. Me han dado aún más ganas de volver. Yo recuerdo largísimas caminatas llenas de asombro. Uno de los días íbamos para el Metropolitan, y a pocos metros nos encontramos una concentración de niños que hacían atletismo. De todas las razas, en una mezcolanza tan irreal como maravillosa. Allí estaban todos los colores de todas las pieles del mundo y por supuesto no llegue ese día al museo. Me dedique a aplaudir las carreras y a sentirme parte de aquello.
Señor Kipling, gracias por traermelo a la memoria. Es usted un narrador maravilloso.

Kipling dijo...

¡¡Muchas gracias, Loreliana!!

Kipling dijo...

Por cierto, he llegado tarde al chat, porque estaba editando la entrada (fotos, etc.)

alma dijo...

Teniente...que alegría, y que envidia más tiñosa también, gracias por compartirlo y volver entero, a lo mejor no es tan brutal pero te falta Granada, te hemos echado muuuuuuuuuuuuuuuucho de menos, has tardado muuuuuuuuuuucho en volver.
besos

alma dijo...

Teniente...que alegría, y que envidia más tiñosa también, gracias por compartirlo y volver entero, a lo mejor no es tan brutal pero te falta Granada, te hemos echado muuuuuuuuuuuuuuuucho de menos, has tardado muuuuuuuuuuucho en volver.
besos

Kipling dijo...

¡¡Hola Almalaire!!

¿Qué tal, guapa? Efectivamente, falta Granada, que si bien no le gana a espectáculo, sí que le saca muchas cabezas de ventaja en lo que a embrujo se refiere.

Prometo reportaje antes del viernes.

P.S.: ¿Os han gustado las fotos?

severinne dijo...

Kipling! Qué gran viaje y cuanta envidia!! Las fotos me han gustado mucho, y la narración es preciosa. No he tenido la suerte de poder "acercarme" todavía por allí, es mi asignatura pendiente, pero no creo que tarde mucho, es la llamada...
Espero que lo disfrutaras y exprimieras al máximo, supongo que, al igual que le ha ocurrido a mucha gente, estás deseando volver.
Es la llamada...
:D

Kipling dijo...

¡Muchísimas gracias, Severinne!

Así es, lo traté de exprimir al máximo, pero una semana es muy poco tiempo para tanta ciudad. Es impresionante. Me encanta. Me compré una camiseta co el eslogan archifamoso de "I love NY", no te digo más...

Severinne, TIENES QUE IR. Sin falta. Obligatorio. Te va a enamorar, seguro. Me da que una buena época del año para ir puede ser finales de otoño, allá por "Acción de Gracias". No hará ese calor impresionante (puede que haga un frío impresionante, jeje) y además Central park debe de estar precioso en esas fechas. ¡¡¡Diooooosssss, quiero volveeeeeeeeeeeeeeeerrrrr!!!

Irati dijo...

Kipling, que fotos tan pero tan bonitas y como siempre acompañadas de tus siempre excepcionales relatos.

Eres nuestro reportero dicharachero favorito ^_*, sigue así.

Kipling dijo...

Muchas gracias, Irati. Me vas a sacar los colores.

P.S.: Las fotos... bueno del porrón que hice, he seleccionado las mejores. Aunque las otras también estaban bastante decentes, jeje.

DarkStar dijo...

¡Qué mala es la envidia! Yo pasé unos días allí hace unos años, y desde entonces no hago más que acosar a la gente con que quiero ir...

Parece que he conseguido convencer a mi pareja, pensamos ir a pasar Nochevieja allí, me encantaría ver Central Park nevado, las luces de Navidad, la emoción de las campanadas entre gente de todas las nacionalidades...

Buff.

elcamaleón dijo...

Este no lo ví cuando hice el comentario en el ápendice.
Lo dicho...Todo a lo grande,hasta los problemas

elcamaleón dijo...

Un momento¿y a mi porqué me sale una papelera al final de los comentarios?
No es justo¿o será que siempre llevo la papelera detrás.