lunes, 6 de junio de 2011

Las madrastras no son tan malas (II)

La puerta del cobertizo seguía chirriando, al final tendría que engrasarla ella misma...
- Querida, dijo una voz excesivamente empalagosa, la niña me ha dicho que me estabas buscando, ¿no crees que deberíamos mantenerla al margen?
- ¿Eh?... No te llamaba para eso... Espera, ¿Qué haces con ese rastrillo?
- ¡Ah! ¡Esto! He puesto un huerto en los jardines de atrás, en cuanto empiece a dar frutos dejo la caza. La idea ha sido de la niña ¿Te gusta?
- Joer, si al final vas a ser más tonto de lo que imaginé
- ¿Qué?
- Naaada corazoncito, verás, tengo que pedirte un favor...
- Tú dirás, madrastra mía...
Miró a aquel tipo que entrecerraba los ojos de una manera que pretendía ser seductora pero que realmente lo hacía parecerse a un topo recién sacado a la luz del mediodía. Se preguntó cómo había podido mantenerlo como su amante... ¿Por qué ella, la triunfadora mujer de su juventud, se había rebajado hasta aquel punto? Pero ya sabía la respuesta, era lo único que tenía allí, la inmensa casa que había heredado de su abuela, excelentemente situada de no ser por aquel pueblo de viejas cotillas, única conexión con el resto del mundo, y aparte de eso, un marido que nunca estaba, la estúpida niña, y aquellas aventuras en el cobertizo que durante algún tiempo la habían hecho sentirse poderosa otra vez. Tenía que salir de allí, pero no podía, ¿qué habría dicho la abuela, o más aún, la bisabuela si la hubieran visto irse de aquella casa? Habría sido la deshonra de la familia sin dudarlo... Sacudió la cabeza para librarse de la nostalgia y volvió al desmejorado amante que todavía esperaba su proposición, al menos esta vez podría aprovecharse de su encanto
- Verás, amorcito, la verdad es que necesito que te lleves a la niña
- ¿Llevármela?¿Unas vacaciones o algo así?
- Sí... Algo así... Pero tienes que sacarla de aquí, no la aguanto más, está cantando todo el día, con los estúpidos animalitos, llenándome la casa de flores y ya no puedo con ella.
- Pero...
- Pero nada. Tú sabes que lo he intentado todo, enviarla a estudiar fuera, que se la llevara aquella compañía de baile, que se presentara a Operación Triunfo, hasta conseguí que la contratara Bill Gates sin saber lo que era un ordenador, pero nada, que si ya vendría su príncipe, que si amor eterno, que si bla, bla, bla... y eterna se me está haciendo a mí la espera, porque el maldito príncipe no viene y la niña no se va ni con agua caliente. Tienes que hacer algo, osito mío (Y entonces utilizó una exageradísima caída de ojos, que sin embargo sabía que funcionaría, al menos con él)
- Pero... ¿Y cómo voy a conseguirlo yo? (¡Funcionó!)
- No lo sé, haz un pacto con la bruja de la Sirenita para que se calle, llévatela al bosque a lo Hansel y Gretel, pero sácala de aquí, sácala, corazón.

Continuará...

2 comentarios:

SubHatun dijo...

No nos dejes con la intriga princeseta. Fue a otro?

alma dijo...

Mecachis, lo de apuntarla a operación triunfo rebasa en varias magnitudes la crueldad de la versión original :D
¡Que grande eres, kel!

(Y que mala) :D

Besos, princeseta