viernes, 14 de mayo de 2010

Una pequeña aventura de nuestro hatrakador hatun

Cuando el “hatrakador hatun” cogió unas medias del cajón de su señora (porque el hatrakador hatun está casado, sí señores), no pensó en buscar unos pantis, el se echó al bolsillo las primeras medias que pilló y salió a la calle dispuesto a todo. De camino al donner kebab donde tenía pensado dar el golpe comprobó, hurgando en los bolsillos de su gabardina, que llevaba la pistola de juguete que le había robado al hijo del vecino, la nota explicativa para el dependiente, una bolsa de plástico para meter el dinero y las medias. “Está todo”, se dijo, “esta vez no fallaré”, pensó recordando episodios pasados que lo habrían convertido en el hazmerreir del barrio si en lugar de aparecer sólo sus iniciales, en el periódico hubieran puesto su nombre completo.

Con paso firme, decidido, caminó por la calle alejándose de su barrio, y se acercó a su destino. Llegó al donner kebab y cruzó la calle para tener una mejor visión de lo que pasaba dentro, y esperó un rato fumando un cigarrillo, haciendo tiempo para que se aproximara la hora de cerrar. “La hora H” murmulló, y se rió un poco.

Cuando comprobó que el ritmo de compradores bajaba, revisó otra vez rápida y disimuladamente sus herramientas, y empezó a meterse la media por la cabeza mientras cruzaba la calle para entrar en el kebab. En mitad de la calzada ya se dio cuenta de que algo fallaba: la media era muy corta, y encima apestaba a queso rancio. “Joder con mi mujer, qué marrana, mete las medias sucias en el cajón con las limpias” pensó mientras tiraba frenéticamente de la liguilla de las medias de calcetín que había cogido por error, pero no había manera: la liga se quedó atrapada justo sobre los ojos, impidiéndole abrirlos y haciéndole un daño terrible.

Oyó el sonido de un claxon y ya no supo si tirar de la media hacia abajo, para que cediera, hacia arriba, para intentar liberarse, o salir corriendo a ciegas y tratar de alcanzar la otra acera sin llegar a ser atropellado. Finalmente optó por la tercera opción, pero sin correr porque no veía nada, estirando los brazos hacia delante y quejándose amárgamente por el dolor que laceraba sus pobres ojos. Pudo sentir el desplazamiento del aire que provocó el coche cuando pasó a su lado, casi rozándole, y oir el “hijo puta, a ver si miras por donde vaaaas” que le dedicó el conductor, a pesar de que sus orejas también estaban atrapadas por la liga de la media y dobladas dolorosamente sobre ellas mismas.

Cuando se creyó a salvo, más por intuición que porque viera dónde carajo estaba, se paró y trató de seguir tirando hacia abajo de la media. Oyó el ruido de otro coche que se aproximaba, y sin dejar de tirar, caminó con prisa buscando la acera, y la acera lo encontró a él tan de sorpresa que trastabilló, y habría caído cuan largo era sobre los adoquines de no ser por una amable farola que frenó su caída con un seco golpe en la cabeza.

Aturdido, medio desmayado, rebotó sobre sus pasos volviendo de nuevo a la calle y chocó con un ciclista que pasaba por allí. Cayeron los tres: el ciclista, la bicicleta y el hatrakador en una madeja de ruedas, brazos y piernas digna del mejor contorsionista. El hatrakador sintió que el manillar se le clavaba allí donde la espalda pierde su digno nombre, y habría aullado de dolor de no ser porque el codo del ciclista pugnaba por meterse en su boca, tarea casi imposible al haber cedido ¡por fin! la media y tener toda la cara cubierta por la seda. A pesar de toda la locura del momento el hatrakador constató con un miedo infinito que, si no recuperaba la verticalidad inmediatamente, moriría asfixiado, ya que la liga (la maldita liga) de la media se apretaba contra su garganta impidiéndole respirar.

Se incorporó como pudo, ignorando al ciclista, que lo más fino que le decía era “pedazo de desgraciao”, ignorando a la gente que se arremolinaba ya en torno a ellos, porque su lucha era con una liga que parecía que por segundos apretaba más. Intentó meter los dedos bajo la media, y se arañó todo el cuello, y ya pensaba que estaba viendo una luz al final del túnel (muy así en plan “sfumato” al verla a través de la media) cuando unas manos caritativas lograron romper de un fuerte tirón la liga de sus desgracias.

Respiró tan hondo que casi deja sin aliento a su salvador, tal fue la potencia de su inhalación, y trató de centrar la vista en la bella persona que lo había salvado, para darle las gracias y un par de besos si fuera necesario por salvarle la vida. Sus palabras murieron antes de salir de la boca al ver que quien estaba frente a el, sosteniendo la liga muerta era un policía.

- A ver, ¿qué coño ha pasado aquí? –preguntó el policía - ¿Dónde cojones iba con una media en la cabeza?

- Yo… No… Es que… -el hatrakador hatun no acertaba a pronunciar palabra.

- ¿Dónde ibas, pájaro? ¿Tenías pensado dar un golpe? –el policía lo había calado en cuestión de segundos, era un policía muy listo.

Y nuestro hatrakador contestó, haciéndose el ofendido pero felicitándose interiormente por su respuesta:

- ¿Un golpe? ¿Qué golpe? ¿No ha olido las medias? ¡Yo lo que soy es "fechitista"!

5 comentarios:

severinne dijo...

Esta pequeña tontería va con todo mi cariño para mi subcomandante, que nos deleita cuando puede con las verdaderas andanzas de nuestro entrañable hatrakador hatun.

alma dijo...

XD XD XD

Y La nuit de Severinne presenta:

"La lija de los hatrakadores hestrahordinarios"

Con Gesusi& Snoopy en los papeles principales y la colaboración especial de Plastati como Hestankera de Bayeqas(y como todos los demás papeles también)

Nena, tú vales mucho ;)

Besos.

Kelna dijo...

:D :D :D
¡Qué genial eres, Seve!

Encima me has recordado otro atraco, que no creo fuera hatun, pero también era a un kebab y se hizo famoso por aquí xD

SubHatun dijo...

Juas :D solo un detalle, el hatrakador hatun escriba la hora H sin H... :P

Jjajaja este se va a convertir en un personaje célebre.

Besos seve preciosa

Lorielana dijo...

Acabo de buscar la entrada de los calcetines asesinos. Probad a leerlas juntas. Juas.
Creo que voy a poner bajo llave el cajon donde guardo estas prendas.
Que grande, Seve.
biba hel hespiritu hatun. (en casthatun moderno) bibha hel hexphirithu hatun.( casthatun clásico)
jhajahajha.