El otro día Alma se refería a vosotras, queridas hatunas como “mujeres de agua”, usando el título del álbum producido por Javier Limón, en el que varias mujeres interpretan diversos temas y que yo os recomendé con cariño.
En él, entre otras grandes interpretes que ya traje al blog, está otra verdadera mujer de agua, que merecería también el título de “hatuna”.
Ella se hace llamar la Shica, ceutí, difícil ser más de agua que una ceutí, donde el mismo océano rodea y atraviesa la ciudad, como sangre azul y salina que fluye por sus venas, la misma sal que fluye por la venas de Elsa Rovayo, que es su nombre.
Apenas una niña fue a Madrid persiguiendo un sueño, bailar, y cuando ya lo había conseguido, lejos de conformarse decidió seguir otro, y hacerse cantante. Como veis es una mujer valiente, como vosotras queridas hatunas.
Verla en el escenario es como ver el estrecho en los días de levante, un mar sinuoso y ondulante, adornando la cima sus olas de espuma, como ella se pavonea y contonea en el escenario, adornando su pelo con flores. Es sencilla, humilde, callejera y es diva y grandiosa cuando actúa, tan ruidosa y alegre como íntima y cercana.
Ahora está de conquista por la Perfida Albion, y en breve hará las Americas, no dudo que los conquistará a todos.
No hablare de la calidad o calidez de su voz, ni de si su música es copla, o flamenco, o pop o hip hop, porque no es nada de eso, aunque pueda sonar a cualquiera de esas cosas, ella es sentimiento, es raza, es el estrecho hecho música y danza.