lunes, 11 de julio de 2011

Las madrastras no son tan malas (III)

El sonido de unos pesados pasos delató su vuelta de la "excursión". Tras asegurarse de que no traía compañía (no se oían las típicas canciones de la niña, ni sus saltitos, ni sus estridentes risitas) se preparó, y en cuanto lo oyó acercarse a la puerta se dispuso para recibirlo con una radiante sonrisa, puede que incluso, en cuanto se asegurase de que se la había llevado bien lejos y que estaría una temporada sin verla, lo recibiese con otro tipo de recompensa...
Los pasos se detuvieron ante la puerta, y tras lo que le pareció un suspiro, el granero se abrió y entró el cazador.
- Ayyy, corazoncito mío, ¿ya estás aquí?... Cuéntame, ¿cómo ha ido "el viaje"?
- B-Bien...
¿Bien?... Bueno, aquello era un comienzo, tendría que seguir poniéndose melosa.
- ¿Bien?... ¿Qué has hecho con ella? ¿Adónde la has mandado, cielito?
- Yo... Yo hice lo que tú me ordenaste.
Mmm... Empezaba a cansarse de aquellas respuestas que no llevaban a nada, ¿y a qué venían esos ojillos asustados?
- Amorcito mío, explícate un poquito más ¿quieres? ¿Dónde la has dejado?
- En-en el bosque... Aquí tienes.
¿Aquí tienes? ¿Una cajita? ¿Qué era aquello? ¿Un regalo? ¿Sería hoy algún tipo de aniversario? Lo miró sorprendida todavía un instante y después abrió la caja...
-¡¿Pero qué...?! ¡¿Esto es un... corazón?!... Espera, espera... ¿Qué narices has hecho?
- Yo... Lo que tú me dijiste, Reina, sacarle el corazón.
- ¡¿QUÉ?! ¡¿Qué estás...?! ¡¿Se puede saber cuándo te he dicho yo algo parecido?!... Ay, Dios mío...
- Tú, tú me lo dijiste, antes de marchar "Sácala el corazón", aquí mismo, en el granero.
- ¡Pero, cómo se puede ser tan inútil! "Sácala, corazón", dije "Sácala, corazón" ¿Es que no sabes lo que significan las pausas?... Y esa manía tuya con los laísmos, ni que fueras madrileño... Ay, Dios mío, ¡Pero qué has hecho!...
¿Qué iba a hacer ella ahora? ¿Qué le iba a contar a su marido cuando volviese?... Bueno, siempre podría decir que había desaparecido... o que se había ido a buscar al príncipe pensando que ya estaba de camino, al fin y al cabo aquello era creíble... Pero espera, ¿qué había dicho ese idiota? Que la había dejado en el bosque... Tendría que ir, esconder todo lo que pudiese revelar la verdad, no fuera a ser que alguien del pueblo encontrase algo... algo como un cadáver... Ay, Dios mío...
- Reina, es-espera, en realidad yo...
Salió disparada hacia la puerta, no tenía tiempo que perder y tampoco escuchó nada más que el inmenso chirrido de la puerta del granero que seguía sin arreglar. No, si al final iba a tener ella razón, si quería algo bien hecho, tendría que hacerlo ella.

Continuará...

5 comentarios:

SubHatun dijo...

:D Ya estaba impaciente yo que hace días lo vi en borradores y quería leerlo... pero esperé a su publicación. :P

Y ahora quiero que sigaaaaaaa corre corre..

(El de los tomates? cuenta cuenta)

Kelna dijo...

Ya, ya...esperaste... :P

SubHatun dijo...

Claro., yo no leería algo no publicado :-p

Kipling dijo...

Grande, Kelnita!

Anónimo dijo...

por dios kelna, el IV yaaa!!! q intriga leches...

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