LOS BEATLES ABSUELTOS POR EL VATICANO

Estamos de enhorabuena, Ya podemos escuchar al cuarteto de Liverpool sin que peligren nuestras almas. Lo ha dicho L ´obsservatore romano, oráculo infalible del Vaticano. Los Beatles han sido absueltos. Seguro que un grupo de benévolos y candorosos cardenales, entre denuncia y mirada a otro lado, mientras escondían las pruebas de los abusos a menores, encontraron tiempo para revolver en los viejos anatemas. Y ¡zascas! Se dieron de bruces con el cuarteto. “Seamos magnánimos, y perdonemos”, pensarán. Quizás así nos perdonen a nosotros.

Es de suponer que John y George estarán ahora mismo haciendo las maletas y despidiéndose de todos los ilustres inquilinos del infierno. O pidiendo asilo político. Porque pensándolo bien, igual no les apetece compartir el paraíso con Monseñor obispo de Granada. Y debe haber ahora mucho trasiego, y hasta es posible que overbooking. Un avión lleno de ultraconservadores polacos ha llegado directo a las puertas de san Pedro. Buena gente ésta. Muy católica. Prohibieron a los homosexuales ser maestros. Por ejemplo. O expusieron a la condena pública a los que condicionados por el miedo colaboraron con los comunistas. Es posible que también se encentre allí a algún político de los de misa diaria y mano larga con el dinero ajeno. Para mí que estos dos ya no se mueven. Total, si al fin y al cabo son coleguillas de Sus Satánicas Majestades.

Señores Obispos, cardenales, Papa y curas de a pie. Que sepan que por mi parte les estoy profundamente agradecida. Ya podre decir "Oh, Harrison", sin miedo a que nadie, excepto mi sista quizás, me someta a escarnio público. Ya no tendré pesadillas con las llamas del infierno y no esconderé el Sargent Peper entre los discos de María Ostiz. Hoy luce el sol en el mundo de la música, los viejos rockeros salen a celebrarlo y brindan con Champan, (ya sabes, si ellos pudieron porque yo no, estarán pensando).

Aunque, mira por donde, tenía cierta gracia esto de estar pecando mientras escuchabas “all you need is love” . Por si acaso, yo pondré una vela a dios y otra al diablo. No vaya a ser esto una trampa para cazarnos y al final me encuentre compartiendo un celestial apartamento con los Aznar y un coro de lagarteranas como vecinos.